viernes, 10 de febrero de 2017

Hablemos de sexo

Sexo normal. Al sexo lo conocemos todos, a la normalidad no estoy tan seguro. Se supone que lo normal es aquello más frecuente, más típico, lo más repetido. El problema es que esto es válido a nivel estadístico, matemático, pero que una cosa no sea normal no quiere decir que se la deba considerar automáticamente anormal, puede que simplemente sea menos habitual.

El tema aquí es que tendemos a pensar que lo normal es lo aceptable, y que el resto es raro, extraño y puede que hasta nos resulte desagradable, más si estamos hablando de conductas humanas y sobre todo en cuanto a conducta sexual se refiere.

Lo cierto es que en este ámbito podemos encontrar una variedad de comportamientos casi tan grande como la población humana en sí, aunque es cierto que algunas de esas conductas se dan con más frecuencia que otras. Aun así normalmente no conocemos los detalles de la vida sexual de nuestros amigos o vecinos, y es que el sexo no es precisamente una conversación que resulte cómoda para todos, aunque parezca estar presente en todas partes.

¿No es paradójico? La sociedad nos presenta el sexo por todas partes, televisión, cine, literatura, videojuegos, anuncios, etc. Nuestra sociedad posee una industria basada específicamente en el sexo, la industria pornográfica, la cual mueve millones, y a pesar de ello una gran mayoría no habla de su sexualidad abiertamente. ¡Ojo! Si que es habitual oír a los demás hablar de sexo en general, como tema serio o bromeando al respecto, pero no se suele hablar de la vida sexual de cada uno, excepto en casos contados.


Quizás es por eso que percibimos la realidad sexual de forma un tanto distorsionada, de modo que conocemos nuestra vida sexual, lo que nos gusta y motiva, y luego percibimos unos gustos y deseos "globales" de la sociedad en conjunto, que es con lo que generalmente comparamos los nuestros para saber en que medida somos normales o raros.

Ahora bien, si cada uno se compara con esa percepción en conjunto, ¿hasta que punto podemos estar seguro de qué es normal y qué no en la sexualidad de la población humana en general? El problema se agrava además cuando descubrimos que muchas de las prácticas sexuales que entendemos como habituales no lo eran en otras épocas, pues los cambios en la sociedad también se reflejan en esta esfera de la vida humana.

Por ejemplo, la orientación sexual. La homosexualidad, la bisexualidad y en general toda orientación que no sea la heterosexual, han sido consideradas por muchas culturas como algo reprochable, incluso como un síntoma o consecuencia de trastorno mental, y que por tanto merecían ser castigadas o intentar ser curadas, según estos respectivos puntos de vista. El enfoque respecto a ello en la sociedad hoy en día es bastante distinto, como ya sabemos.

Otro tema sobre el que merece la pena detenerse un momento es la masturbación, empleada en la Grecia antigua por los maestros para iniciar a los pupilos en el sexo, cosa que hoy en día nos parecería inconcebible, y en muchos casos incluso ilegal. Por supuesto no podemos olvidar la represión ejercida por las figuras religiosas hasta no hace tanto, que consideraban el mencionado acto masturbatorio como pecado, al percibirse el sexo como un medio para procrear y poco más.

Podemos ir más allá y hablar de otro tipo de conductas como las parafilias, el sadomasqouismo, intercambios de pareja o el sexo oral, algunas de las cuales pueden parecer de origen muy reciente, hasta que uno investiga y se da cuenta de que la mayoría se vienen practicando desde tiempos inmemoriales. Además, todo lo dicho les puede encantar a unos mientras que a otros les resulta desagradable. Como vemos, lo normal empieza a ser un concepto bastante difuso.

Al final, lo normal en la sexualidad de cada uno es lo que a nosotros nos guste, y es que nadie tiene, o no debería tener, derecho a decidir sobre nosotros en este aspecto. De todas las posibilidades que se nos presenten, podemos elegir experimentar aquellas por las que tengamos interés o curiosidad, siempre respetando a nuestro compañero/a, por lo que la comunicación es muy importante, más de lo que algunos pudieran imaginar.

Lo mismo se puede decir de la forma de vivir el sexo, las parejas que nos atraen, el lugar escogido, el número de parejas. Existe en todo ello mucha más variedad de lo que creemos y a veces la gente se sorprende cuando les gustan los hombres con mucho pelo o la mujeres de pechos pequeños, por dar algún ejemplo, y esa sorpresa viene en parte motivada al darse cuenta de que les gustan individuos que no corresponden con el canon de belleza que nos presentan en televisión, revistas y demás.

Por cierto, que todo lo dicho no se aplica solamente al tipo de conducta, sino también a la frecuencia o duración de las mismas. El sexo como decíamos está muy presente en nuestra sociedad, pero lo está de una forma superficial. La inmensa mayoría de la población tiende a comparar sus conductas con los modelos expuestos en el mass media, que muchas veces dejan bastante que desear por cierto. Debido a esto podemos encontrar individuos que sienten que practican poco sexo y otros que al contrario piensan que lo realizan mucho, cuando en numerosas ocasiones no es cierto ni lo uno ni lo otro. La única verdad es que si uno puede olvidar las ideas preconcebidas y preguntarse así mismo si está satisfecho, encontrará la respuesta.

Hay gente que posee un gran impulso sexual, que piensa mucho en ello y lo hace siempre que tiene oportunidad. No hay nada malo en ello, pero también hay que recordar que lo mismo se puede decir de aquellos quienes solo sienten ganas cada cierto tiempo, e incluso podemos encontrar individuos que no poseen ningún deseo sexual en absoluto, los llamados asexuales.

En cualquier caso, y si estamos preocupados por nuestra conducta sexual o la de algún conocido, la primera pregunta que debemos hacernos es la misma que en todos los casos donde sospechemos de algún trastorno psicológico: ¿Afecta al normal funcionamiento del individuo o de aquellos que le rodean? Si la respuesta es afirmativa, es decir, si la conducta se da hasta tal punto que la persona abandona sus obligaciones, se obsesiona, se deprime porque no consigue lo que quiere, o si se da cualquier otra circunstancia que haga que cumpla la definición de "afecta al normal funcionamiento", en ese caso deberíamos plantearnos la búsqueda de ayuda psicológica, y mejor si es especializada en este ámbito.

Dejando de lado esto último y volviendo al tono optimista, llegamos con todo lo dicho a una conclusión: para gustos...

... colores.

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