domingo, 26 de junio de 2016

Lo que sucede en nuestra mente cuando no encontramos trabajo.

Crisis, desempleo, desesperación. Esta es la cadena de eventos que ha llevado a muchos hasta llegar a la situación actual, siendo la falta de trabajo uno de los problemas que más preocupa a día de hoy a la población occidental, por supuesto incluyendo a España. Las consecuencias del desempleo son en realidad bastante evidentes, ya que sentirse dependiente no nos suele gustar demasiado. Si ya teníamos trabajo sentimos que hemos perdido una parte importante de quienes somos, mientras que si nunca hemos encontrado trabajo lo que sentimos es que no podemos alcanzar nuestras metas.

Sin embargo hace unos años esta situación no era tan común y es por ello que a nivel psicológico no se ha estudiado tanto como debiera. Aún así, los pocos estudios que podemos encontrar a este respecto nos revelan cosas tan interesantes como que la falta de trabajo acelera nuestro envejecimiento precisamente por la ansiedad y depresión que puede provocar.

Otros aspectos interesantes son los que atañen a la sexualidad del afectado, ya que nuestro nivel socioeconómico influye en ella, aunque indirectamente. Un breve resumen de cómo esto ocurre sería que la escasez económica acarrea preocupación y esto afecta a nuestras relaciones.


En general, si una cosa tenemos clara es precisamente que esta situación afecta a la salud mental de quienes la sufren, y aunque a cada uno le afectará de una forma u otra, así como con diferente intensidad, la verdad es que nos encontramos ante un grave problema que además aquellos que detentan el poder político parecen ignorar, y por tanto dirigen el país hacia una ruina emocional.

Si alguien me preguntase que le pediría a quién gane las elecciones que hoy se celebran, tan sólo diría una cosa: "Que se preocupen de verdad por toda la ciudadanía".

viernes, 10 de junio de 2016

Alucinaciones en menores, ¿cuándo pueden ser un problema?

En relación a lo que comentaba el otro día, ya sabemos que los niños tienen mucha, mucha imaginación, característica (o habilidad) que se va perdiendo con la edad. Niños y niñas de todo el mundo usan en sus juegos elementos y personajes que tan solo existen en su mente. Seguro que recordáis aquellos tiempos en que una caja era un fuerte o el suelo era lava.

Ahora bien, hoy quiero hablar de cuando esto se lleva al extremo, cuando pasamos de simple imaginación a auténticas alucinaciones, que en contra de lo que muchos piensan son bastante comunes.

No son pocos los padres y madres que podrán relatar alguna ocasión en que sus hijos han visto u oído algo que sabemos con certeza que no estaba ahí. En estas ocasiones solemos achacarlo a la mencionada imaginación desbordada de los menores, pero la realidad es que esto no siempre es así. Los estudios al respecto nos indican que más de la mitad de los menores sufrirán algún tipo de alucinación durante su infancia, siendo este fenómeno mucho menos común en los adultos.

La realidad es que estudiar fenómenos tan complejos en niños no es un asunto fácil y es por ello que no sabemos con seguridad que significado o función tienen estos sucesos. Bien podría ser una consecuencia de nuestro cerebro de homo sapiens en desarrollo, la inmadurez en ciertas áreas del cerebro que tardan más en consolidarse, un mecanismo de protección natural ante la ansiedad que ciertas situaciones les crean, o cualquiera de las otras explicaciones que teóricos especializados en la materia puedan tener.

Dicho lo cual, debo pedir que si tenemos niños a nuestro cargo y observamos tales fenómenos no nos alarmemos pues aunque la idea pueda resultar algo perturbadora la verdad es se trata de algo habitual y la inmensa mayoría de menores crecerán como adultos sin ningún tipo de afección psicológica. Otro tema muy distinto serían las alucinaciones en adultos, tema del que no voy a hablar ahora pero que sería indicativo de ciertas psicopatologías.

Aún así y para que el lector se pueda quedar más tranquilo, pasamos ahora a explicar brevemente cuando una alucinación en un menor puede ser un problema. Consideraremos la alucinación como algo preocupante si se trata de un evento que se repite frecuentemente, que crea malestar en el niño/a o si afecta a su adaptación al medio.

Por tanto, el aspecto más importante es si afectan al día a día del menor y alteran su normal desarrollo y funcionamiento. Esto normalmente pasará cuando, como hemos dicho, se den las alucinaciones con cierta frecuencia o si poseen determinada complejidad (multitud de personajes y eventos). También tendremos en cuenta la valencia de estas alucinaciones, esto es, si tienen un carácter positivo o más bien negativo. Obviamente, son aquellas que se manifiestan en forma agresiva o terrorífica las que más van a interferir con el día a día del menor y por tanto las que más merecen nuestra atención.

Por todo lo dicho se puede deducir que cuando las alucinaciones sean verdaderamente un tema a tener en cuenta será cuando vayan de la mano de otros síntomas en forma de dificultades o alteraciones en las áreas de sociabilidad, ajuste escolar, conductual, etc.



Aún así y con intención de acabar la entrada de la manera más positiva posible, quiero insistir en que se trata de un fenómeno muy habitual y normalmente benigno. De hecho, lo más habitual es que casi nunca distingamos entre la imaginación del niño y las posibles alucinaciones, y cuando estás últimas preocupen al menor será habitual que él mismo nos lo comunique o que seamos nosotros quienes nos demos cuenta por su comportamiento. Si no aparecen junto a un cuadro clínico más complejo, no deberían ser tratadas como un problema.


Fuentes:
https://www.theguardian.com/science/2015/jun/07/childhood-hallucinations-common-research-psychotic-schizophrenia-why
http://www.atopos.es/pdf_13/28-38_Las%20alucinaciones%20en%20los%20ni%C3%B1os.pdf

jueves, 9 de junio de 2016

No tener ni un céntimo duele ¡Literalmente!

Últimamente son muchos quienes experimentan el desempleo y consecuentemente la inestabilidad económica. Cuanto más nos falta el dinero, más difícil nos es acceder a los bienes y servicios de esta nuestra sociedad, pero eso ya lo teníamos claro.

Por si acaso esto no fuera suficientemente malo, a principios de año un estudio llevado a cabo por las universidad de Columbia y Virginia de forma conjunta nos revelaba que precariedad económica nos hace además más susceptibles al dolor físico.

Según los autores este tipo de situaciones activan procesos psicológicos como el miedo o la ansiedad, llegando a aumentar bastante el estrés que sufrimos, estando estos procesos relacionados a nivel neurológico con el dolor físico. Así pues, no es sorprendente comprobar que las personas evaluadas que pasaban por épocas de escasez económica consumían hasta un 20% más de medicamentos analgésicos que el resto. También se demostró que la sensibilidad al dolor en estos casos prácticamente se duplicaba.

Todas estas conclusiones se relacionan con la extendida teoría que nos dice que cuanto mayor control sobre nuestras vidas tenemos más felices nos sentimos.

miércoles, 8 de junio de 2016

Mi hijo/a tiene un amigo imaginario ¿es un problema psicológico?

Si tenemos a nuestro cargo un menor y observamos que tiene lo que comúnmente se llama un amigo invisible, es natural preguntarse si quizás deberíamos hacer algo al respecto. La respuesta corta es no.

Ahora la respuesta larga. Por supuesto hay que matizar, aunque normalmente esto se trata de un tipo de juego perfectamente normal y bastante común. Para que nos hagamos una idea se calcula que hasta un tercio de los menores de hasta 6 o 7 años han tenido alguna vez un amigo imaginario.

La experiencia nos indica pues que no se trata de un fenómeno extraño en los niños y que se debe en parte a la gran imaginación que estos tienen. Para que nos hagamos una idea, no es raro ver a los pequeños de la casa jugando con la cocinilla de juguete y que luego nos traigan un plato vacío para que lo probemos. Tampoco nos extrañaría verlos jugar a indios y vaqueros y que sus caballos no existan o incluso ver como imitan sus series de dibujos favoritas jugando a Digimon, Power Rangers o similar, cuando es evidente que sus robots y monstruos son imaginarios.

Y sin embargo cuando su imaginación lo que crea es una figura humana que está con él en ciertos momentos, nos perturba. En este caso quizás hay que explicar un poco el porqué los niños idean estos fingimientos y también el motivo de que nos altere a nosotros tanto.

Hay que pensar que la imaginación de los niños es muy poderosa y que su mente en plena formación se está entrenando para la vida adulta. Cada imaginación y juego es un entrenamiento que les servirá cuando crezcan. Esto incluye la interacción social, para lo cual pueden imaginar otras personas y así practicar en este aspecto. Otro dato a tener en cuenta es que precisamente por este motivo y por su propia naturaleza los niños aprovechan cualquier oportunidad para jugar y entretenerse, ya que podemos decir que su "trabajo" en la vida es precisamente el juego. Es por esto último que a veces estos productos de su imaginación aparecen en momentos que a nosotros como adultos nos parecen fuera de lugar.

Es interesante que precisamente es esta imaginación la que hace que los amigos imaginarios puedan ser animales parlantes, seres inventados, personajes de la tele, otros niños o incluso adultos.

Esta tremenda capacidad imaginativa va disminuyendo con los años para dejar paso generalmente a una mentalidad más pragmática y quizás por ello nos perturba tanto que un niño esté hablando solo. Por así decirlo, no concebimos que ese interlocutor que no vemos no exista, así que debe existir, y como no lo vemos nos preguntamos ¿qué es eso?

http://www.speedbump.com/index.html

Así que hay dos tipos de reacciones negativas, la de adultos que subconscientemente rechazan la actitud del menor con ese "amigo" y la del adulto que conscientemente interpreta que ahí hay algo sobrenatural. Ambas reacciones son negativas en el sentido de que el adulto puede acabar creando un problema de donde no lo hay.

Entonces ¿cuándo hay que empezar a preocuparse? Sin entrar en alarmismos, lo mejor es actuar con calma y sabiendo que hay solución para todo. Acudiremos a un especialista cuando:

  • El amigo imaginario siga apareciendo cuando el menor esté entrando en la adolescencia.
  • El juego imaginario afecte a su sociabilidad: Por ejemplo, si prefiere jugar con el amigo imaginario incluso cuando está con sus iguales en el colegio, fiestas de cumpleaños, etc.
  • El/la niño/a muestre conductas violentos o antisociales.
  • El menor conozca información que en principio no debería por su edad o contexto.
En general, vemos que las causas para actuar son prácticamente las mismas que cuando no existe la conducta de jugar con el amigo invisible. Sobre el último punto, decir que no debemos infravalorar lo rápido que aprenden los menores y lo atentos que están. En general saben mucho más de lo que creemos, aunque tienden a tener un conocimiento muy parcial de ciertos temas. Temas preocupantes serían por ejemplo un conocimiento inusual de temas sexuales. A este respecto hay que tener también en cuenta el contexto en que aparece el amigo.

En cuanto a la edad, quizás les llame la atención que sea preocupante la aparición de amigos imaginarios entrada la adolescencia pero no si esto sucede a una edad muy temprana. En realidad cuando estas conductas se dan pueden aparecer realmente temprano, lo que quizás explique por qué a veces bebés que apenas saben andar a veces le hablan "al aire", cosa que ha dado algún susto a más de uno.

sábado, 4 de junio de 2016

Sternberg y las siete formas del amor.

El amor. Un tema complicado, donde al principio creemos que se trata de una cuestión de todo o nada y la experiencia nos demuestra que en realidad la forma de sentir de cada uno es distinta, y no hablo solo de la intensidad del amor.

Aquello que llamamos amor romántico o de pareja, es un sentimiento complejo que puede incluir pasión, compromiso e intimidad, aunque no necesariamente incluye todas esas características. Sobre este tema sabe bastante Robert Sternberg, psicólogo, profesor en la universidad de Yale y autor de la llamada teoría triangular del amor.

Sternberg clasifica las relaciones de pareja según varios atributos:
  • Intimidad: Cuando nos sentimos a gusto con nuestra pareja tenemos intimidad con esa persona, sentimos apego hacia él/ella y solemos percibir dicha relación como algo especial. De hecho no es escasa la gente que siente que su relación es única e inigualable. Esta característica es la responsable de que queramos satisfacer los deseos y necesidades de esa persona para así mantener ese vínculo que sentimos especial. Por eso nos esforzamos para que nuestros regalos les gusten, escuchamos sus pesares y buscamos en general que sean felices.
  • Pasión: Subjetivamente, tendemos a relacionar la pasión con la "intensidad" de la relación en sí, si es que esto tiene en realidad algún sentido. La pasión se encuentra con más frecuencia al principio de las relaciones y luego va disminuyendo hasta que la pareja llega  a una línea base, a un estado que para esa pareja será el normal y que define en este aspecto la forma en que funcionan.
  • Compromiso: Cuando nos comprometemos unimos en cierta forma nuestras vidas, aunamos objetivos y metas, pero también debilidades. Hacemos esto porque no nos importa seguir un mismo camino juntos, ya que a priori queremos que esa relación sea duradera e incluso que no acabe nunca (de ahí el llamado "amor eterno"). Las decisiones son tomadas conjuntamente y se realizan promesas y compromisos.

Hay que tener en cuenta que ninguna de estas características está presente en todas las relaciones y es de hecho su presencia o ausencia conjunta la que define como será la dinámica de la pareja. Los lectores más avispados ya se habrán percatado de que esto implica que no se puede etiquetar a una pareja de forma permanente ya que nuestra forma de funcionar como pareja puede cambiar en cualquier momento si aumenta o disminuye la presencia de alguno de los elementos mencionados. Una evolución típica que solemos encontrar es que la pareja empiece con mucha pasión y esta vaya disminuyendo con el paso del tiempo y mientras tanto aumenta la intimidad y el compromiso entre ambos. Si no se crean de forma espontánea la intimidad y compromiso, es más probable que la pareja deje de serlo al desaparecer la pasión.

Así pues, sabemos que las tres características pueden combinarse, apareciendo las tres, solamente dos o incluso una de ellas, aunque si en este último caso es más difícil que la pareja resista el paso del tiempo pues el vínculo entre ambos será más débil. Con las distintas combinaciones obtenemos hasta siete tipos de parejas:
  • Cariño: Relación de amistad cuya único vínculo es la intimidad que los une. A veces derivan en algo más siendo el clásico caso de amigos que luego acaban siendo algo más.
  • Capricho o encaprichamiento: Relación basada en la pasión. Al no poseer intimidad realmente no se conocen ni tienen un compromiso real pues no hay compromiso. Se trata del llamado amor a primera vista.
  • Amor vacío: Basado en el compromiso. Se trata de relaciones o matrimonios de conveniencia o bien de parejas que llevan tantos años juntos que continúan la relación por inercia, sin pasión ni intimidad.
  • Amor romántico: Combina pasión e intimidad. Es un amor que vive el momento al máximo sin plantear el futuro. Es un amor "de película", arquetípico como el de Romeo y Julieta.
  • Amor sociable o de compañía: Intimidad más compromiso. La pasión puede haber desaparecido o disminuido con el paso del tiempo de forma natural.
  • Amor loco o fatuo: Pasión y compromiso se unen en estas relaciones, siendo generalmente una gran pasión la que motiva el compromiso, lo que será un peligro para la supervivencia de la relación si la pasión disminuye o desaparece.
  • Amor consumado: Es la clase de relación ideal, que combina las tres características de forma balanceada. Sternberg explica que no es difícil llegar a tener una relación de este tipo, lo complicado será mantenerla. No obstante, si lo conseguimos habrá valido la pena.

Es importante tener en cuenta que cada pareja está formada por dos individuos distintos al resto, con lo que cada pareja deberá encontrar que dinámica es la que funciona mejor en su caso, teniendo en cuenta siempre las necesidades de cada persona y sus deseos.

miércoles, 1 de junio de 2016

Trasplante de cuerpo ¿podemos?, ¿debemos?

Hoy, 1 de Junio, es el día de los de órganos y tejidos. Por ese motivo me gustaría hablar de un tema candente: el trasplante de cuerpo, también conocido como trasplante de cabeza. Este segundo término es el más usado pero en mi opinión no tiene mucho sentido, pues lo que se pretende es unir la cabeza del receptor en un cuerpo entero que ha sido donado. Si no conocíais la existencia (hipotética) de este tipo de operaciones quizás os habéis quedado con la boca abierta.

Futurama, Doctor Who y muchas otras se han planteado en sus guiones que pasaría en el futuro con aquellos cuyos cuerpos no pudieran resistir más, mientras que sus cabezas sí. Puede que ninguna acertara.
Y es que ni las series de ficción más atrevidas habían imaginado una operación de este calibre. Por supuesto aún no se ha realizado, al menos no con humanos, ya que aunque unir la cabeza a un cuerpo nuevo no es complicado, pero sí lo es unir el sistema nervioso que recordemos que no reside por entero en el cráneo humano.

A día de hoy la realidad es esta, se plantea que en breve esto será técnicamente posible y aunque sus más fervientes defensores dicen que en apenas un año sería viable, la mayoría de la comunidad científica opina si llega a conseguirse tardaremos mucho más. No obstante, al ritmo desorbitado al que avanza la ciencia, yo estoy convencido de que tarde o temprano lo veremos (quizás nosotros no, pero puede que nuestros hijos si).

Tampoco pretendo explayarme en los pormenores de la operación en sí, ya que lo que me interesa es el aspecto más moral y psicológico del asunto en cuestión. Imaginemos que sabemos a ciencia cierta que la operación es posible, que tenemos lo medios y que de alguna manera conseguimos un donante de cuerpo entero (esto último sería otro tema a plantearse, por cierto).

La última pieza de este puzle orgánico sería un receptor para el cuerpo, digamos alguien que sufre alguna enfermedad o accidente que ha dejado su cuerpo imposibilitado o bien que sufre una enfermedad terminal que se podría evitar con el trasplante. Otra posibilidad planteada serían receptores que sufran disforia de género.


Y ahora viene a donde quiero llegar. Tendemos a pensar que nuestro Yo reside en la mente, en el cerebro, pero esto no es del todo correcto. Pensemos que nuestro cerebro interacciona con un sin fin de sustancias químicas que nuestro cuerpo produce y que no serán iguales nunca entre dos individuos. Por decirlo sencillamente, nuestra forma de ser se condiciona parcialmente por nuestro cuerpo. No solo eso, sino que nuestros rasgos faciales, altura, peso y un largo etcétera también nos harán ser de una forma u otra, e incluso influye en como nos tratan los demás, cosa que a su vez nos vuelve a influir en nuestra personalidad y así se crea el efecto aquel de la pescadilla que se muerde la cola...
Imaginemos por un momento la sensación de mirarse al espejo y no reconocernos
En suma, queramos o no somos una mente unida a un cuerpo y los demás así nos ven. No me estoy posicionando ni a favor ni en contra de la operación de trasplante de cuerpo, aunque si tuviera que hacerlo probablemente estaría más a favor que en contra. Tan solo digo que antes de realizar este tipo de operaciones deberemos meditar un poco en las consecuencias para el receptor, ya no a nivel físico (le esperará una larga temporada de rehabilitación) sino a nivel psicológico. Probablemente requerirá consejo continuo de un equipo de especialistas en la materia (lógicamente, a día de hoy nadie es especialista en una materia que aún no existe), mucho apoyo emocional y compresión a raudales por parte de su familia y amigos.

Resumiendo, si algún día se realiza este tipo de operación, más nos vale preparar no sólo el material de cirujano, sino también prepararnos para atender al inevitable shock que sufrirá el paciente.