domingo, 28 de junio de 2015

Sexología: Los beneficios del tratamiento de la transexualidad

Con toda la investigación al respecto, cada vez son más evidentes los beneficios de tratar a tiempo a quienes padecen la llamada disforia de género. ¡Ojo! Que nadie entienda mal lo que esto significa. Cuando hablo de dicho tratamiento no hablo falsas terapias impartidas por gente con ideas ancladas en el pasado cuya idea de solucionar el problema es "quitarles de la cabeza" a estas personas eso de cambiarse de sexo. No, aquí estamos hablando de la pertinente toma de hormonas y la cirugía de reasignación de sexo.

Para el que esté un poco perdido en el tema, hablamos de personas que no se sienten identificados con el sexo biológico que les ha tocado, lo cual genera un gran sufrimiento en ellos acrecentado muchas veces por el propio entorno social, familia, amistades, etc. Por supuesto, no hablamos de un mero capricho, nos encontramos en realidad ante una problemática muy compleja que por todo lo mencionado tiende a provocar además efectos tales como depresión y ansiedad.

Sin que resulte a mi juicio muy sorprendente, un reciente estudio nos confirman que el tratamiento temprano de este trastorno previenen y revierten en gran medida los efectos adversos citados. Este era un resultado esperado ya que la mayoría de padres interpreta que sus hijos están solo atravesando una fase y no les brindan su apoyo hasta que crecen y las depresiones e ideaciones suicidas aparecen, por lo que un tratamiento a tiempo puede evitar esas consecuencias.

En el citado estudio participaron 42 niños de los cuales más de la mitad presentaban depresión, ansiedad, conductas autolíticas e incluso trastornos psiquiátricos. El tratamiento usado en en estos niños y niñas no fue siempre el mismo, ni empezó en la misma edad para todos, pero tuvo como edad media los 16,5 años en el caso del uso de hormonas y 17 años en el caso del cambio de sexo.

Aquí lo importante en todo caso, y lo que me gustaría resaltar es que hasta ahora ninguno de ellos se ha arrepentido de haber iniciado el tratamiento y el seguimiento psicológico que se les hizo revela que los trastornos como la depresión, ansiedad y las ideas autolíticas mejoran en un mínimo de dos tercios de los pacientes.

Resulta evidente, que pese a que poco a poco nuestra sociedad empieza a ser consciente de lo que la disforia de género significa, aún nos queda un largo camino por recorrer. Estudios como este deberían servir para que todos nosotros vayamos abriendo los ojos para ver la realidad a la que nos enfrentamos y como está en mano de todos lograr un mundo mejor.

domingo, 14 de junio de 2015

Motivación y Emoción: La disonancia cognitiva

Hoy quiero hablaros de un proceso psicológico del seguramente muchos ya habéis oído hablar: la disonancia cognitiva. Este concepto se refiere a cuando tenemos al mismo tiempo dos deseos o creencias irreconciliables entre si, o bien una conducta que entra en conflicto con nuestra forma de pensar. Parece algo que debería pasar mucho pero el caso es que nos sucede continuamente, pensad si no cuando queremos llevar una dieta y no lo conseguimos, queremos hacer ejercicio pero no somos constantes, sabemos que deberíamos estudiar pero nos entretenemos en otras cosas.

Cuando deseamos algo o actuamos de una forma que, se enfrenta a nuestras propias creencias se crea una tensión psicológica que tarde o temprano deberá ser resuelta. Leon Festinger fue el primero en escribir sobre este concepto en 1957, en su libro A theory of cognitive dissonance y en su obra hablaba sobre el estrés que este fenómeno genera en el ser humano. Según este autor, cuando esto nos ocurra, intentaremos sentirnos mejor y para ello tenemos varias posibilidades:

  • Modificar o eliminar la conducta conflictiva.
  • Restar importancia a las acciones o pensamientos contradictorios.
  • Crear un pensamiento nuevo que elimine la disonancia al reconciliar los pensamientos o acciones en conflicto.

Tomando los ejemplo anteriores, podríamos eliminar la comida basura de nuestra dieta y empezar a comer sano, podemos excusarnos cuando no hacemos ejercicio pensando que ya lo hicimos ayer y respecto al estudio tal vez empecemos a pensar que de todas formas los buenos estudiantes no estudian el día antes del examen, sino durante todo el curso, así que ahora tendremos todo el verano para estudiar de verdad y aprender el temario, lo cual es mucho mejor que estudiar sólo para aprobar. Nuestra mente utiliza estos sistemas para eliminar la disonancia continuamente pero nosotros normalmente ni nos damos cuenta.

Muy interesante es saber como investigó este tema Festinger. En su primer estudio, él y sus compañeros de investigación estudiaron los procesos cognitivos de los seguidores de Marion Keech (cuyo nombre real era Dorothy Martin), quien decía recibir mensajes provenientes de otros mundos, en concreto de un lugar llamado planeta Clarión. Estos mensajes se suponía que anunciaban la llegada de un diluvio universal a finales del año 1956 al que sólo sobrevivirían, por supuesto, los seguidores de Keech.

Festinguer y sus colaboradores previeron que cuando el grupo viera que el mundo no terminaba en 1956, en lugar de abandonar a Keech eliminarían la disonancia cognitiva resultante reinterpretando sus creencias. Y así fue, los seguidores de Keech pasaron a pensar que ellos habían salvado el mundo con su fe y sus oraciones interestelares.

Un par de años después, Festinger realizó un experimento junto a James Carlsmith con la intención de estudiar la disonancia resultante cuando adoptamos una conducta que no coincide con nuestras creencias iniciales. Pidieron a 71 participantes que realizaran ciertas actividades, diseñadas para que les resultaran aburridas, luego les dijeron que contaran a futuros participantes que en realidad las tareas eran muy entretenidas. A cambio les pagaron o bien con 1$ o con 20$.

Siendo su creencia que las actividades eran aburridas y la conducta conflictiva mentir sobre ello, una posible solución era modificar la propia interpretación de las actividades que habían sido realizadas. Las personas que recibieron 20$ siguieron pensando que las actividades eran aburridas, simplemente mintieron a los futuros participantes. Los que recibieron 1$, debido a que esa cantidad no justificaba el engaño, sufrieron los efectos de la disonancia cognitiva y la solucionaron que adoptaron fue pasar a pensar que en realidad no eran tan aburridas como en un principio habían pensado.

Aunque fue Festinger quién inicio el estudio científico de la disonancia cognitiva, es un concepto que el ser humano conoce desde muchos años antes. Un buen ejemplo es la fábula de la zorra y las uvas, donde la zorra desprecia unas uvas, diciendo que no están maduras, tras darse cuenta de que no podrá alcanzarlas. Festinger, nos reveló los mecanismos tras la disonancia, concluyendo que no siempre es malo, a pesar de que nos mentimos a nosotros mismos. Lo realmente importante es saber si las decisiones tomadas nos hacen sentir bien y si no hacen daño a nadie (sean los demás o nosotros mismos). Por supuesto, si tras actuar de cierta forma no conseguimos reconciliarnos con nuestras acciones, deberemos determinar en que nos hemos equivocado y como podemos volver a sentirnos bien, así como tomar nota para así tomar mejores decisiones en el futuro.




lunes, 8 de junio de 2015

Psicopatología: Diferencias entre géneros en los Trastornos Depresivos

Indudablemente, la depresión es uno de los mayores males de las sociedades del siglo XXI. También es uno de los diagnósticos más habituales en el ámbito de la psicoterapia. Tanto es así, que cuando la gente oye que alguien acude a un psicólogo, lo primero que suele venirle a la cabeza suele ser la depresión.
A día de hoy, las terapias que usamos para combatir los trastornos depresivos son cada vez más eficaces, sin embargo los casos de suicidios se suceden continuamente. Gran parte del problema es que hay aspectos de las conductas suicidas que no comprendemos del todo, aunque por suerte la investigación avanza cada día.

Uno de estos aspectos es conocido con el nombre de “Paradoja de Género en la Depresión” y se refiere al hecho de que las mujeres presentan típicamente más ideaciones suicidas y aún así hay mayor número de suicidios entre los hombres.
Recordemos que normalmente, la depresión precede a los actos suicidas, aunque estos no se dan ni mucho menos en todos los casos de depresión. Las mujeres por su parte, presentan trastornos depresivos más asiduamente que los hombres, pero en cambio en su caso estos trastornos no conducen con tanta facilidad al suicidio ¿Por qué ocurre esto?

Podríamos pensar que pese a caer con más facilidad en la depresión, las mujeres resisten mejor sus efectos y no intentan cometer el acto suicida, pero esto no es cierto, pues son ellas las que piensan más veces en el suicidio y también lo intentan cometer más que los hombres. Hablamos de que un 7% de mujeres lo han intentado alguna vez, frente a un 4% de los hombres aproximadamente. Dejando de lado el inquietante hecho de que una gran cantidad de la población pasa por este trance, destaca también que la cantidad de mujeres afectadas dobla al de hombres.

Y aún así, un 75% aproximadamente de los suicidios cometidos son de hombres, no de mujeres. Y por eso decimos que existe una paradoja al respecto.
Por ahora tenemos una respuesta parcial, y los datos muestran como los hombres tiende a usar métodos más violentos para acabar con su vida, como por ejemplo armas de fuego. Estos métodos son más letales que otros típicos, como la sobredosis de pastillas, por lo que los hombres tienen peor pronóstico una vez se han decidido a cometer un acto suicida.

Lo cual nos lleva a otra pregunta ¿Por qué los hombres usan métodos distintos a las mujeres? Existen por supuesto varias teorías al respecto, una de las cuales dice simplemente que los hombres tienen un deseo más intenso y real por acabar con su vida. Otras teorías nos hablan de que los hombres son en general más impulsivos, haciendo que escojan métodos más rápidos y destructivos. Además, sabemos que ciertamente el consumo de alcohol aumenta las conductas impulsivas. Si sumamos esto a que los hombres que cometen suicidio tienen problemas con el alcohol con más asiduidad que las mujeres, parece que empezamos a encontrar un patrón.

Por supuesto, hay otras teorías al respecto, como una que nos habla del efecto de los roles de género. Puede parecer una tontería, pero las mujeres tienden a dar más importancia a su apariencia y por tanto eligen métodos que alteren su aspecto lo mínimo posible. Aún así no hay datos que confirmen del todo ninguna de las tres teorías expuestas, aunque si hablamos de roles de género, estos se van difuminando cada vez más con el paso de los años, con lo que si esta teoría fuera correcta podríamos asistir a un cambio en las citadas tendencias con el paso de los años.

Sea como sea, aún queda mucho por investigar al respecto antes de que lleguemos a una conclusión segura. En todo caso, conocer a que se deben las citadas diferencias podía ser clave para averiguar en un futuro como combatir mejor los estados depresivos que llevan a cometer estos actos.


Al respecto no puedo evitar dar un consejo, si creéis que vosotros o algún conocido necesita ayuda, no dudéis en acudir a un especialista. Precisamente, acabar con el estigma de que “si vas al psicólogo es que estás loco de atar” debe ser una prioridad si queremos frenar el efecto dañino que tienen los trastornos psicológicos entre la población.

miércoles, 3 de junio de 2015

Introducción a la Psicología II - El buen psicoterapeuta

Si en la primera entrada del blog hablé sobre que podemos encontrarnos al estudiar psicología, hoy quisiera hablar de lo que podemos encontrarnos una vez terminados esos estudios, si terminamos dedicándonos a la terapia, cosa que seguramente es la intención de casi todos los que inician estos estudios.



En primer lugar, debemos tener claro que nuestros pacientes no siempre se van a mostrar tan colaboradores como quisiéramos. A veces vendrán poco convencidos porque su familia o pareja les han empujado a ello. También es habitual que los pacientes cancelen citas por motivos aparentemente banales, o que quieran resultados rápido (y las terapias de cualquier tipo requieren de varias sesiones para funcionar).
Por todo ello, un buen psicoterapeuta va a necesitar ser paciente ante estas situaciones. Ánimo, usa alguna técnica para relajarte cuando pasen estas cosas, seguro que conoces ya unas cuantas.

Y ya que mencionamos lo de las muchas sesiones necesarias, además ya os podéis hacer a la idea de que son largas. Quizás al paciente se le hagan cortas, pero el terapeuta está trabajando, y puede estar cansado, preocupado por otros temas, pensando en el paciente anterior...
Sin embargo, aunque todos somos humanos, no debemos dejar que esto afecte a nuestra trabajo, Debemos mostrarnos receptivos a lo que nos están contando, indicando nuestro interés. No obstante, no vale sólo con asentir cada pocos segundos, ya que además debemos preguntar a nuestro interlocutor cuando tengamos dudas, para clarificar puntos, etc. La idea es que es el paciente se pueda expresar y nos cuente como se siente, pero debemos escuchar activamente.

Por supuesto, esto me lleva a la siguiente característica que necesitará el buen psicoterapeuta: capacidad de concentración. Y es que no se trata sólo de escuchar, preguntar y al terminar elaborar un diagnóstico, así nunca acabaríamos pues siempre necesitaríamos más datos para resolver nuevas dudas. En cambio, si estamos totalmente centrados en lo que nos cuentan, nuestra preguntas e intervenciones durante la conversación irán encaminadas a resolver el problema y entender la situación del paciente.

Además, todo esto resultaría inútil si no tuviéramos la capacidad de empatizar con la situación de nuestro interlocutor. Saber como se siente en su situación nos ayudará a tratarlo de la manera más adecuada, tanto a nivel personal como profesional. A este respecto, es necesario saber comunicarnos eficientemente, para transmitir lo que pretendemos y que no hayan equívocos entre nosotros y el paciente.

Tal vez, la parte más difícil sea la de tener que dejar apartados los pensamientos propios, aparcarlos para más tarde. Por mucho que tengamos asuntos personales que nos preocupen mucho y que no podamos olvidar ni un segundo, no tenemos más remedio que hacerlo y centrarnos en el paciente. Sólo cuando acabemos la sesión podremos dejar de ser terapeuta para volver a ser nosotros mismos. En todo caso, si nos ocurre algo tan importante que no nos vemos capacitados para ejercer ese día, lo mejor será aplazar la sesión para poder realizarla correctamente.

Otro punto a tener en cuenta es la sinceridad con el paciente. No podemos prometer cosas que sabemos que no podemos conseguir, ni decir que necesitamos menos ni más sesiones que las que en realidad hacen falta. Un terapeuta que miente a su cliente, ofreciéndole cosas que no puede conseguir, o alargando la terapia más de lo necesario, no es un terapeuta, sino un charlatán.
Por tanto también debemos ser conscientes de lo que podemos hacer y lo que no. Si acude a nosotros un paciente con un caso cuya problemática pertenece a una especialidad que no es la nuestra, lo más conveniente será derivarlo a algún compañero que si que esté capacitado para ello. No obstante, es interesante estar ampliando continuamente nuestra formación, ya sea para abarcar varios campos o para llegar a ser lo más eficientes posibles en uno de nuestra elección.

Y no puedo terminar sin mencionar otras características que todo buen terapetua debería poseer, al igual que cualquier trabajador que se mueva en ámbitos parecidos:

  • Organización: Llevar al día la agenda, que no se nos pase ninguna cita, aprovechar bien el tiempo.
  • Secreto profesional: Lo que sucede en la sesión, se queda en la sesión. El paciente confía en nosotros, no podemos traicionar su confianza, tal y como dice el artículo 40 de nuestro código deontológico.
  • Vocación: Dicho todo lo anterior, el mejor profesional es aquel que reúne todas estas características, y ese es el que tiene vocación, pues tendrá la motivación necesaria para cuestionarse en que puede mejorar y buscará además como hacerlo.