Todos hemos oído aquello de que el dinero no da la felicidad. Otros prefieren añadir que no la da, pero que ayuda. El razonamiento tras esta segunda frase es que la solvencia económica permite comprar más cosas de modo que podremos satisfacer más nuestras necesidades y caprichos.
No obstante, también forma parte del imaginario colectivo la idea de que las grandes cantidades de dinero corrompen. A todos nos vienen a la mente personas que al poseer cierta cantidad de dinero no pueden resistir el impulso de comprar todo lo que les apetece.
Por supuesto, estas cuestiones han sido estudiadas en profundidad por los psicólogos durante años y los resultados indican que un elemento importante para ser felices es la seguridad económica, no la cantidad de dinero que se posee. Por tanto, una misma persona sería probablemente más feliz si tiene un sueldo estable que si su economía es variable.
En diversos estudios se demostró que la satisfacción percibida por los sujetos estaba más relacionada con dicha estabilidad que con la cantidad general ganada. Hay que tener en cuenta que cuando se sufre una gran pérdida económica la satisfacción se reduce, y en cambio aumenta cuando obtenemos ganancias que no esperábamos. Aún así, si tras esas ganancias no se mantiene una estabilidad, la satisfacción se vería reducida.
Por ello, para ser felices más que buscar aumentar nuestra riqueza, sería conveniente ser previsores con nuestros ingresos, evitando grandes gastos y la consecuente insatisfacción. Eso si, el factor económico no nos afecta a todos igual y la importancia que le demos al dinero determina estas diferencias. Si para nosotros el dinero es un aspecto fundamental de nuestra vida, lógicamente las pérdidas nos afectarán más a nivel emocional, aunque no supongan un gran impacto en nuestra economía global.
A pesar de todo lo dicho, es inevitable que tengamos gastos imprevistos, y en esos casos será especialmente importantes estar mentalizados y tener claro que el dinero no es más que un instrumento para cubrir nuestras necesidades, y que perder una parte de la ahorrado no es el fin del mundo.
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