Ahora la respuesta larga. Por supuesto hay que matizar, aunque normalmente esto se trata de un tipo de juego perfectamente normal y bastante común. Para que nos hagamos una idea se calcula que hasta un tercio de los menores de hasta 6 o 7 años han tenido alguna vez un amigo imaginario.
La experiencia nos indica pues que no se trata de un fenómeno extraño en los niños y que se debe en parte a la gran imaginación que estos tienen. Para que nos hagamos una idea, no es raro ver a los pequeños de la casa jugando con la cocinilla de juguete y que luego nos traigan un plato vacío para que lo probemos. Tampoco nos extrañaría verlos jugar a indios y vaqueros y que sus caballos no existan o incluso ver como imitan sus series de dibujos favoritas jugando a Digimon, Power Rangers o similar, cuando es evidente que sus robots y monstruos son imaginarios.
Y sin embargo cuando su imaginación lo que crea es una figura humana que está con él en ciertos momentos, nos perturba. En este caso quizás hay que explicar un poco el porqué los niños idean estos fingimientos y también el motivo de que nos altere a nosotros tanto.
Hay que pensar que la imaginación de los niños es muy poderosa y que su mente en plena formación se está entrenando para la vida adulta. Cada imaginación y juego es un entrenamiento que les servirá cuando crezcan. Esto incluye la interacción social, para lo cual pueden imaginar otras personas y así practicar en este aspecto. Otro dato a tener en cuenta es que precisamente por este motivo y por su propia naturaleza los niños aprovechan cualquier oportunidad para jugar y entretenerse, ya que podemos decir que su "trabajo" en la vida es precisamente el juego. Es por esto último que a veces estos productos de su imaginación aparecen en momentos que a nosotros como adultos nos parecen fuera de lugar.
Es interesante que precisamente es esta imaginación la que hace que los amigos imaginarios puedan ser animales parlantes, seres inventados, personajes de la tele, otros niños o incluso adultos.
Esta tremenda capacidad imaginativa va disminuyendo con los años para dejar paso generalmente a una mentalidad más pragmática y quizás por ello nos perturba tanto que un niño esté hablando solo. Por así decirlo, no concebimos que ese interlocutor que no vemos no exista, así que debe existir, y como no lo vemos nos preguntamos ¿qué es eso?
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Así que hay dos tipos de reacciones negativas, la de adultos que subconscientemente rechazan la actitud del menor con ese "amigo" y la del adulto que conscientemente interpreta que ahí hay algo sobrenatural. Ambas reacciones son negativas en el sentido de que el adulto puede acabar creando un problema de donde no lo hay.
Entonces ¿cuándo hay que empezar a preocuparse? Sin entrar en alarmismos, lo mejor es actuar con calma y sabiendo que hay solución para todo. Acudiremos a un especialista cuando:
- El amigo imaginario siga apareciendo cuando el menor esté entrando en la adolescencia.
- El juego imaginario afecte a su sociabilidad: Por ejemplo, si prefiere jugar con el amigo imaginario incluso cuando está con sus iguales en el colegio, fiestas de cumpleaños, etc.
- El/la niño/a muestre conductas violentos o antisociales.
- El menor conozca información que en principio no debería por su edad o contexto.
En general, vemos que las causas para actuar son prácticamente las mismas que cuando no existe la conducta de jugar con el amigo invisible. Sobre el último punto, decir que no debemos infravalorar lo rápido que aprenden los menores y lo atentos que están. En general saben mucho más de lo que creemos, aunque tienden a tener un conocimiento muy parcial de ciertos temas. Temas preocupantes serían por ejemplo un conocimiento inusual de temas sexuales. A este respecto hay que tener también en cuenta el contexto en que aparece el amigo.
En cuanto a la edad, quizás les llame la atención que sea preocupante la aparición de amigos imaginarios entrada la adolescencia pero no si esto sucede a una edad muy temprana. En realidad cuando estas conductas se dan pueden aparecer realmente temprano, lo que quizás explique por qué a veces bebés que apenas saben andar a veces le hablan "al aire", cosa que ha dado algún susto a más de uno.
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