En relación a lo que comentaba el otro día, ya sabemos que los niños tienen mucha, mucha imaginación, característica (o habilidad) que se va perdiendo con la edad. Niños y niñas de todo el mundo usan en sus juegos elementos y personajes que tan solo existen en su mente. Seguro que recordáis aquellos tiempos en que una caja era un fuerte o el suelo era lava.
Ahora bien, hoy quiero hablar de cuando esto se lleva al extremo, cuando pasamos de simple imaginación a auténticas alucinaciones, que en contra de lo que muchos piensan son bastante comunes.
No son pocos los padres y madres que podrán relatar alguna ocasión en que sus hijos han visto u oído algo que sabemos con certeza que no estaba ahí. En estas ocasiones solemos achacarlo a la mencionada imaginación desbordada de los menores, pero la realidad es que esto no siempre es así. Los estudios al respecto nos indican que más de la mitad de los menores sufrirán algún tipo de alucinación durante su infancia, siendo este fenómeno mucho menos común en los adultos.
La realidad es que estudiar fenómenos tan complejos en niños no es un asunto fácil y es por ello que no sabemos con seguridad que significado o función tienen estos sucesos. Bien podría ser una consecuencia de nuestro cerebro de homo sapiens en desarrollo, la inmadurez en ciertas áreas del cerebro que tardan más en consolidarse, un mecanismo de protección natural ante la ansiedad que ciertas situaciones les crean, o cualquiera de las otras explicaciones que teóricos especializados en la materia puedan tener.
Dicho lo cual, debo pedir que si tenemos niños a nuestro cargo y observamos tales fenómenos no nos alarmemos pues aunque la idea pueda resultar algo perturbadora la verdad es se trata de algo habitual y la inmensa mayoría de menores crecerán como adultos sin ningún tipo de afección psicológica. Otro tema muy distinto serían las alucinaciones en adultos, tema del que no voy a hablar ahora pero que sería indicativo de ciertas psicopatologías.
Aún así y para que el lector se pueda quedar más tranquilo, pasamos ahora a explicar brevemente cuando una alucinación en un menor puede ser un problema. Consideraremos la alucinación como algo preocupante si se trata de un evento que se repite frecuentemente, que crea malestar en el niño/a o si afecta a su adaptación al medio.
Por tanto, el aspecto más importante es si afectan al día a día del menor y alteran su normal desarrollo y funcionamiento. Esto normalmente pasará cuando, como hemos dicho, se den las alucinaciones con cierta frecuencia o si poseen determinada complejidad (multitud de personajes y eventos). También tendremos en cuenta la valencia de estas alucinaciones, esto es, si tienen un carácter positivo o más bien negativo. Obviamente, son aquellas que se manifiestan en forma agresiva o terrorífica las que más van a interferir con el día a día del menor y por tanto las que más merecen nuestra atención.
Por todo lo dicho se puede deducir que cuando las alucinaciones sean verdaderamente un tema a tener en cuenta será cuando vayan de la mano de otros síntomas en forma de dificultades o alteraciones en las áreas de sociabilidad, ajuste escolar, conductual, etc.
Aún así y con intención de acabar la entrada de la manera más positiva posible, quiero insistir en que se trata de un fenómeno muy habitual y normalmente benigno. De hecho, lo más habitual es que casi nunca distingamos entre la imaginación del niño y las posibles alucinaciones, y cuando estás últimas preocupen al menor será habitual que él mismo nos lo comunique o que seamos nosotros quienes nos demos cuenta por su comportamiento. Si no aparecen junto a un cuadro clínico más complejo, no deberían ser tratadas como un problema.
Fuentes:
https://www.theguardian.com/science/2015/jun/07/childhood-hallucinations-common-research-psychotic-schizophrenia-why
http://www.atopos.es/pdf_13/28-38_Las%20alucinaciones%20en%20los%20ni%C3%B1os.pdf
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