Últimamente son muchos quienes experimentan el desempleo y consecuentemente la inestabilidad económica. Cuanto más nos falta el dinero, más difícil nos es acceder a los bienes y servicios de esta nuestra sociedad, pero eso ya lo teníamos claro.
Por si acaso esto no fuera suficientemente malo, a principios de año un estudio llevado a cabo por las universidad de Columbia y Virginia de forma conjunta nos revelaba que precariedad económica nos hace además más susceptibles al dolor físico.
Según los autores este tipo de situaciones activan procesos psicológicos como el miedo o la ansiedad, llegando a aumentar bastante el estrés que sufrimos, estando estos procesos relacionados a nivel neurológico con el dolor físico. Así pues, no es sorprendente comprobar que las personas evaluadas que pasaban por épocas de escasez económica consumían hasta un 20% más de medicamentos analgésicos que el resto. También se demostró que la sensibilidad al dolor en estos casos prácticamente se duplicaba.
Todas estas conclusiones se relacionan con la extendida teoría que nos dice que cuanto mayor control sobre nuestras vidas tenemos más felices nos sentimos.
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