El título de esta entrada suena paradógico, pero a nosotros también nos sucede. Los psicólogos/as también podemos deprimirnos (y tener ansiedad, y estrés, y muchas más cosas) a pesar de nuestra formación. Siempre pongo el mismo ejemplo pero es que es muy gráfico "¿Acaso no se resfrían los médicos?"
La respuestas es evidente. A pesar de que los médicos tengan en teoría conocimientos que les preparan para tratar enfermedades, eso no les hace inmunes a ellas. Quizás puedan ser previsores, pero no pueden serlo siempre pues vivirían con miedo constante a caer enfermos, y además hay muchas patologías que pueden afectarte por mucho que te cuides.
A los psicólogos nos pasa exactamente lo mismo. Nuestra formación nos permite ser conocedores de diversas trastornos y afecciones mentales, de su origen, sus efectos y su tratamiento. No obstante, eso no nos convierte en máquinas sin sentimientos, y por eso nos vemos afectados por las malas rachas como todos los demás.
Eso sí, cuando esto sucede el psicólogo puede verse sobrepasado por esas sensaciones o bien saber capearlas. Esto segundo es por supuesto más difícil de decir que de hacer, pues superarlo requiere ver el problema objetivamente, saber abstraerse y actuar con objetividad. Precisamente, cuando alguien acude a nuestra consulta busca no solo nuestros conocimientos y preparación, sino también esa objetividad. Al poder ver el problema desde fuera podemos analizarlo y determinar que método de los disponibles es el más adecuado, que medidas son las más convenientes.
Racionalizar lo que nos ocurre es complicado, pero ¿no es justamente lo que les pedimos a los pacientes cuando llegan a consulta diciendo que el mundo parece estar en su contra? Si nos sentimos mal, tomémonos un momento de descanso, concentrémonos en lo que sentimos, en por qué, y en nuestras sensaciones físicas. Si nos abstraemos lo suficiente lograremos visualizarnos a nosotros mismos como un paciente más, y entonces veremos que camino debemos seguir. Luego, con la constancia y el método, superaremos el bache.
Y si es necesario, recuerda que tienes amigos, familia y compañeros. Ellos estarán ahí igual que tu lo estás para ellos. Recuerda a todos los pacientes a los que has ayudado, y piensa que tú no vas a ser menos. Deprimido o estresado no estás en condiciones de cumplir tus obligaciones con los futuros pacientes, así que si hace falta tómate un descanso. Busca formas de desahogarte, habla con la gente, con otro especialista, escribe un blog. Mañana será otro día, uno mejor que el de hoy. Y el siguiente mejor aún.
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