Con toda la investigación al respecto, cada vez son más evidentes los beneficios de tratar a tiempo a quienes padecen la llamada disforia de género. ¡Ojo! Que nadie entienda mal lo que esto significa. Cuando hablo de dicho tratamiento no hablo falsas terapias impartidas por gente con ideas ancladas en el pasado cuya idea de solucionar el problema es "quitarles de la cabeza" a estas personas eso de cambiarse de sexo. No, aquí estamos hablando de la pertinente toma de hormonas y la cirugía de reasignación de sexo.
Para el que esté un poco perdido en el tema, hablamos de personas que no se sienten identificados con el sexo biológico que les ha tocado, lo cual genera un gran sufrimiento en ellos acrecentado muchas veces por el propio entorno social, familia, amistades, etc. Por supuesto, no hablamos de un mero capricho, nos encontramos en realidad ante una problemática muy compleja que por todo lo mencionado tiende a provocar además efectos tales como depresión y ansiedad.
Sin que resulte a mi juicio muy sorprendente, un reciente estudio nos confirman que el tratamiento temprano de este trastorno previenen y revierten en gran medida los efectos adversos citados. Este era un resultado esperado ya que la mayoría de padres interpreta que sus hijos están solo atravesando una fase y no les brindan su apoyo hasta que crecen y las depresiones e ideaciones suicidas aparecen, por lo que un tratamiento a tiempo puede evitar esas consecuencias.
En el citado estudio participaron 42 niños de los cuales más de la mitad presentaban depresión, ansiedad, conductas autolíticas e incluso trastornos psiquiátricos. El tratamiento usado en en estos niños y niñas no fue siempre el mismo, ni empezó en la misma edad para todos, pero tuvo como edad media los 16,5 años en el caso del uso de hormonas y 17 años en el caso del cambio de sexo.
Aquí lo importante en todo caso, y lo que me gustaría resaltar es que hasta ahora ninguno de ellos se ha arrepentido de haber iniciado el tratamiento y el seguimiento psicológico que se les hizo revela que los trastornos como la depresión, ansiedad y las ideas autolíticas mejoran en un mínimo de dos tercios de los pacientes.
Resulta evidente, que pese a que poco a poco nuestra sociedad empieza a ser consciente de lo que la disforia de género significa, aún nos queda un largo camino por recorrer. Estudios como este deberían servir para que todos nosotros vayamos abriendo los ojos para ver la realidad a la que nos enfrentamos y como está en mano de todos lograr un mundo mejor.
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